· Soy insumiso fiscal desde hace más de diez años (no recuerdo si 13 o 14). Al cobrar un
sueldo del Estado es muy fácil realizar el embargo judicial correspondiente (580,22 euros diez meses al año y 1.160,44 los dos meses que percibo la paga extra). ¿Cómo existe un control tan microscópico dentro de un fraude tan galáctico? ¿A quiénes controla la Agencia Tributaria?
· Soy insumiso fiscal porque no quiero ser cómplice de los comportamientos, decisiones y desmanes de los intocables. La irresponsabilidad que esgrimen creando unas leyes arbitrarias está alterando la convivencia y destruyendo las conquistas sociales de nuestros abuelos.
· Soy insumiso fiscal porque me niego a pagar a unos intocables que han demostrado sobradamente su incompetencia para dedicarse al ejercicio de la política. Trafican con los votos y el único interés que tienen es conseguir mayorías —pactando con quien haga falta—, para después imponer sus caprichosas leyes y gravámenes. No escucho debates sino a tecnócratas parlanchines y disciplinados compinches que se aprovechan de la pasividad de los ciudadanos para mal gestionar con total impunidad. Que la dimisión —y sólo en casos escandalosos la destitución— sea la pena máxima que recibe un intocable después de haber robado, refleja el actual grado de corrupción gubernamental legalizada; que esta medida sea aceptada gracias al silencio del resto de los ciudadanos, refleja el nivel de corrupción que se tolera actualmente. Finalmente ¿qué ha pasado con los srs. Camps y Costa?
· Soy insumiso fiscal porque lejos de sentirme representado por los intocables, advierto que están usurpando la soberanía del pueblo.
· Soy insumiso fiscal porque ya no pienso qué pueden hacer los intocables por nosotros sino que planteo qué podemos hacer nosotros por este país.
· Soy insumiso fiscal porque éste no es el país en el que nací y no es el país en el que quiero morir. Soy insumiso fiscal porque este no es el país en el que quiero que vivan nuestros hijos.
· Soy insumiso fiscal porque no consiento que la vida pública esté bajo secreto y la vida privada se monitorice a través de cientos de cámaras de vigilancia. La vida pública debería ser —como su nombre indica— pública y no estar constantemente bajo el secreto de sumario; así se evitarían filtraciones, interpretaciones y malos entendidos. Exijo que las negociaciones de los gobiernos de todas las instituciones y organismos públicos queden grabadas y sean de acceso inmediato a cualquier ciudadano que esté interesado en su visionado. Entiendo que las que atañen a la seguridad nacional queden excluidas, pero las tocantes a cuestiones sociales, laborales y en general, las que regulen nuestra convivencia, deben de ser públicas. Nos tratan como a niñatos, como si no tuviéramos la capacidad de entender las disputas, los chanchullos y las agarradas con las que gestionan la vida de todos, como si pudiéramos sentirnos abrumados o incapaces de hacer frente a la realidad.
¡Sr. Zapatero!: ¿Había crisis o no? A cambio y debido a su mala gestión, necesitan vigilarnos escrupulosamente para que cualquier disidencia sea debidamente castigada y no precisamente con la dimisión. Necesitan vigilarnos porque no son capaces de hacer unas leyes que concilien la convivencia pacífica. Exijo una Ley de acceso a la información pública mediante la cuál, cualquier ciudadano pueda saber inmediatamente cualquier dato referido a todo lo que se está haciendo con sus impuestos.
· Soy insumiso fiscal porque no soporto que existan ruedas de prensa sin preguntas. ¿Por qué no las llaman «Los discursitos de los chorizos»?
· Soy insumiso fiscal porque afirmo que el Estado es un organismo que funciona como todos los organismos: si se le deja en ayunas, lo primero que sucede es su desintoxicación. Cuando un organismo ayuna comienza a auto fagocitarse; pero no empieza por órganos vitales como los pulmones, el corazón o el hígado sino que se desintoxica de toda la corrupción que rellena su interior. El ayuno consciente no tiene que llegar a la fase de inanición y cualquier ayunador responsable corta con la desintoxicación antes de llegar a esta fase. Poner al estado en ayunas no provocaría que servicios sociales esenciales como la sanidad, la educación, las carreteras o las prestaciones sociales dejaran de funcionar sino que lo primero que se eliminaría sería la intoxicación, o sea, la corrupción. Mucho más descarados tendrían que ser los intocables para que —ante la reacción consciente de los ciudadanos mediante la insumisión fiscal— se les ocurriera desmontar más conquistas sociales de las que ya han tirado por los suelos; demasiado mansa sería la actitud de los ciudadanos si lo consintieran y afortunadamente, ya se siente cierta hartura: cuatro millones de parados y subiendo, sueldos submileuristas y bajando; revisión de las pensiones, retraso de la edad de jubilación, aumento del tiempo de cotización. Lo primero que se eliminaría con la insumisión fiscal serían las dietas, las partidas de libre disposición, los regalos, las subvenciones a sus fundaciones, los años de cesantía, el dinero B e incluso el C, los sobresueldos, las compatibilidades, los cochazos, teléfonos móviles, ordenadores y demás privilegios que se auto conceden y que todos los intocables comparten con independencia del partido que los posea. Antes de llegar a la fase de inanición (destrucción de los servicios y prestaciones sociales), los ciudadanos volveríamos a pagar el coste real de los servicios que necesitamos sin necesidad de sufragar la calaña de los intocables. A todos nos gustan las calles limpias y seguras, la sanidad y la educación funcionando decentemente y a las instituciones gestionando con efectividad las necesidades de la ciudadanía. Para que esto sea así no tenemos que dejarnos robar por unos cuatreros indecentes que viven extravagantemente a costa de la escasez de los demás. No creo en los milagros de manera que he descartado que de un día para otro todos los ciudadanos se hicieran insumisos fiscales por conciencia (aunque me encantaría). Ante una insumisión fiscal progresiva y consciente, lo primero que se autocontrolaría sería la corrupción; a los intocables se les acabaría el chupar del bote con la desmedida impunidad con la que lo están haciendo.
Carnavales 2010.
El caballero Alcor.
Mañana la tercera parte. Primera parte
aquí.