Artículo de ElPaís.com
La Administración estadounidense aprobó entre 2008 y 2009 más de 800.000 millones de euros para evitar la quiebra de su sistema financiero. Casi todos los grandes bancos y empresas financieras y de seguros (Goldman Sachs, Citigroup, Bank of America, Merrill Lynch, AIG, Bearn Stearn, Fannie Mae, Freddie Mac, entre otros) se acogieron a ellas con júbilo. Los países de la Unión Europea, que también habían salido al rescate de sus bancos (Deutsche Bank, BNP, Fortis, ING, Commerzbank, Royal Bank of Scotland y una larga lista), ahora se han conjurado para salvar a países enteros como Grecia. La mayoría de los responsables de ese fiasco planetario han sido señalados con el dedo por los Gobiernos y las instituciones que acudieron en su ayuda. Pero han salido indemnes en los tribunales.
De ese ámbito de impunidad apenas se escapan excepciones relevantes como el financiero estadounidense Bernard Madoff, sentenciado a 150 años de cárcel tras haber protagonizado la mayor estafa piramidal de la historia, de 50.000 millones de dólares. Sus colegas de fechorías, como Dick Fuld, que llevó a la quiebra a Lehman Brothers, no solo están en la calle, sino que disfrutan de una generosa jubilación gracias a los bonus millonarios con los que fueron recompensados, pese a haber llevado a la ruina a sus empleados y accionistas.
El debate sobre estos crímenes sin castigo se reproduce ahora a escala estatal. Los gobernantes griegos, especialmente los de centro-derecha, falsificaron las cuentas públicas dejando al país al borde del colapso. La mayoría de ellos se sientan ahora como oposición en el Parlamento heleno sin ningún complejo de culpa. Solo el presidente griego, Karolos Papulias, ha pedido públicamente que los responsables de la crisis, "los especuladores, los defraudadores de impuestos y los corruptos", paguen "por llevar al país al borde del abismo".
En España aún no han reventado grandes escándalos financieros, pero los primeros casos, como la intervenida Caja Castilla La Mancha, apuntan en la misma dirección: sus gestores y consejeros han salido indemnes salvo multas de escasa cuantía e inhabilitaciones.
"No es nuevo que los banqueros disfruten de gran impunidad, como hemos podido comprobar incluso en nuestro propio país antes y después de la crisis. Tras esta última, creo que se ha hecho aún más evidente que los Gobiernos están sometidos a su voluntad. Prácticamente ninguna de las grandes propuestas de los Gobiernos del G-20 orientadas a someter a mayor control la actividad especulativa de los financieros se han llevado a cabo", indica Juan Torres, catedrático y miembro de la organización Attac, que propone gravar las transacciones internacionales de la banca.
El único gran proceso que se sigue en la actualidad es el abierto por el fiscal general de Nueva York, que investiga a ocho grandes bancos (Goldman Sachs Group Inc., Morgan Stanley, UBS AG, Citigroup, Credit Suisse, Deutsche Bank, Credit Agricole y Merrill Lynch) por engañar y sobornar a las agencias de calificación para conseguir buenas clasificaciones por sus productos de alto riesgo y, en particular, las hipotecas basura.
Del poder y la discrecionalidad con que funcionaban bancos y agencias, dan prueba dos ambiciosos ejecutivos -ambos de 31 años- de Goldman Sachs, ahora en el ojo del huracán. Fabrice Tourre, francés y educado en Londres, se dio cuenta mucho antes que el resto de que el mercado hipotecario en EE UU se iba a hundir, como prueban los correos electrónicos que cruzaba con sus colegas, en los que denominaba "mierda" a las que luego se conocerían como hipotecas subprime. Pese a ello, el Fabuloso Fab, como le apodaban sus envidiosos compañeros, siguió empaquetando productos financieros bajo la garantía de esos préstamos y vendiéndoselos a sus mejores clientes. Causó pérdidas directas de 800 millones de euros. ¿Está en prisión? No, ocupa una vicepresidencia de Goldman en Londres.
Su compañero Tetsuya Ishikama, de origen japonés, pero también formado en Londres, ha ido mas allá y ha llegado a publicar un libro (Cómo causé el colapso del crédito) en el que se jacta de haber disfrutado de una vida de excesos, coches deportivos y bailarinas de striptease incluidas, traficando con derivados financieros de alto riesgo. ¿Está en prisión? No, trabaja para la firma financiera Amias Berman y su novela le ha aupado al estrellato de los gurús que han sabido sacar provecho de la crisis.
"Muchos administradores parecen olvidar que cuando se pertenece a un consejo de administración se forma parte de la gestión activa de una entidad y eso implica también responsabilidad, para ejercerla y para exigirla, si llega el caso. En épocas de bonanza esto parece no tenerse en cuenta, y cuando llegan las vacas flacas se tiende a escurrir el bulto. En el trasfondo de estas cuestiones hay una lucha entre la necesidad de depurar responsabilidades de los culpables ante la sociedad y un fortísimo lobby financiero que, en algunos casos, ha jugado y juega con astucia en la delgada línea que separa el riesgo de la imprudencia e incluso del fraude", señala Santiago Carbó, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada y consultor del Banco de la Reserva Federal de Chicago.
En el caso de la crisis griega, no obstante, hay otros factores en juego, el primero de ellos la actuación de los políticos (el 98,6% de los griegos cree que los responsables de la crisis son los políticos, según un sondeo del 8 de mayo hecho por RealNews). La arraigada cultura de la corrupción y el protagonismo de una clase política a menudo en connivencia con el fraude, cuando no defraudadora, provocan una sensación de impunidad que ha calado hondo en el imaginario colectivo.
Fuente y continuación en (Elpaís.com)
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