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Tiempos de crisis

Nos encontramos en tiempos de crisis, eso está claro. Y parece que no es sólo el sector económico el que la padece pues, a pesar de que muchos no lo sepan, estamos asistiendo a otra crisis paralela, la de la Universidad.
Y es que la enseñanza universitaria tal como la conocemos hasta estos momentos parece no responder a las demandas actuales de la sociedad y del mercado laboral. Por este motivo y con el objetivo de homologar las titulaciones españolas a las del resto de países de la Unión Europea, Bolonia se acerca a nuestro país de manera inminente. Y no es que esta región italiana se esté desplazando en el mapa, sino que el proceso que lleva este nombre se implantará en las Universidades de nuestro país en 2010 a más tardar.
Muchos son los detractores a los que el tema les quita el sueño y otros que sueñan, mientras duermen en el hall de la Facultad, con que Bolonia no llegue nunca. Los defensores, sin duda, hacen menos ruido que los primeros, pero los que más abundan son los que están a la expectativa. Estos últimos, entre los que tengo que reconocer que me encuentro, no saben si lo que nos espera es bueno o malo, si Bolonia es tan temible y alarmante como algunos lo pintan o simplemente es un cambio necesario para adaptar la enseñanza a los nuevos tiempos. Sea lo que fuere, lo que está claro es que el Proceso de Bolonia o lo que es lo mismo, El Espacio Europeo de Educación Superior nos espera a la vuelta de la esquina.
A pesar de que el nuevo sistema igualará a nuestros licenciados a los del resto de Europa, posibilitando que puedan trabajar fuera de España, hay varios aspectos que se le pueden criticar. Sus detractores apelan fundamentalmente a la vinculación de la empresa y la Universidad y a la privatización de dicha institución. No hay duda de que si Bolonia va en camino de implantarse no es por puro azar y sin duda, tendrá beneficios y efectos positivos para la comunidad universitaria. Sin embargo, los bolsillos de nuestros estudiantes se verán afectados. Otra vez la crisis… Y es que las actuales becas desaparecerán para convertirse en préstamos que, una vez en el mercado laboral, habrá que devolver. Los “famosos” postgrados significarán una gran cuantía económica y las prácticas, a pesar de ser muy necesarias, pasarán de estar mal pagadas como ahora a ser no remuneradas. Y los estudiantes que tengan que trabajar para poder pagarse la carrera que vayan jugando a la Lotería porque tendrán que asistir a clase de manera obligatoria.
Sin bien es cierto que todo esto acaecerá y que probablemente suponga una cierta mercantilización del mundo universitario, algo bueno tendrá que tener el dichoso Plan de Bolonia del que, para bien o para mal, todo el mundo habla. Por una parte la ya mencionada homologación que nos pone a la par del resto de los países del continente. Y por otro lado, las supuestas mejoras de las salidas de los universitarios. En cualquier caso, de cara a la ya inevitable implantación debería plantearse su viabilidad en cada caso concreto. Tutorías mensuales con cada alumno en facultades masificadas resultará, sin duda, una ardua tarea…
En fin, todo sea por nuestro futuro…

Bárbara González

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