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Insumiso fiscal

Por fin tenemos acceso al texto completo de Caballlero Alcor

Caballero Alcor se declarara insumiso fiscal desde hce 13 años. Su decisión no está bien vista por todo el mundo; encuentra numerosas críticas y no pocas voces de apoyo. Al Caballero Alcor “la Justicia le impuso la decisión de que pagara los impuestos, la multa por no pagarlos y sus intereses –embargándole la nómina- en vez de garantizarle que todo lo que se cuenta sobre la corrupción actual en España” es mentira o que se va actuar en su contra, asegura en una entrevista.

Su situación es particular. No paga impuestos pero tiene embargado todo lo que figura a su nombre. Para algunos es un "chorizo", "un ladrón", "un caradura que se quiere beneficiar del sistema"; para otros es "un ejemplo", alguien que dedica su vida por una "causa justa" y un "luchador".

Lea sus ideas, que bien dan que pensar y analice dónde se sitúa usted, dónde los políticos, dónde Alcor y dónde el sistema.

@alopezgil

INSUMISIÓN FISCAL VS. CORRUPCIÓN (III)

· Soy insumiso fiscal porque entiendo que si en el Poder Ejecutivo existe la corrupción, en el Legislativo también. Demasiados ciudadanos no comparten —cuando las conocen— las leyes que aprueban en los Parlamentos y reclamamos a gritos otras leyes que armonicen la convivencia pacífica y que defiendan nuestros intereses. ¿Qué es el estado de bienestar? ¿Hasta dónde tiene que aumentar el nivel de delincuencia? ¿Hasta cuánto tiene que aumentar el paro? ¿Por qué las hipotecas se están convirtiendo en parte de la herencia de los beneficiarios? Los intocables deberían debatir públicamente todas y cada una de las leyes, enmiendas y modificaciones que imponen en vez de decretar voluntades interesadas a base de mayorías parlamentarias.

· Soy insumiso fiscal porque los partidos políticos se limitan a aprobar Códigos deontológicos y Manuales del buen gobierno que nada tienen que ver con iniciativas legislativas que terminen de una vez con la corrupción y con su incompetencia. Como no creo en la casualidad sino en que todo es causal, deduzco que no querer legislar para terminar con esta lacra es porque todos forman parte de una trama de actores y compinches que se tapan unos a otros. Mientras que los regalos —por poner sólo un ejemplo— no sean ilegales —y no sólo deontológicamente improcedentes—, los ciudadanos vamos a tener que pagar unos agasajos… Si escribo del copón me van a descalificar por maleducado y clasificarán el escrito dentro de los libelos incendiarios. Pero si la sra. Aguirre dice «el hijo puta» no pasa nada y sigue presidiendo sin provocar la más mínima reticencia. ¿Somos todos iguales o estamos moldeados subconscientemente?

· Soy insumiso fiscal porque los intocables se limitan a denunciarse en los mítines, no en los juzgados ¿Por qué? Denuncio el desarraigo del poder político a la vida civil, la desvinculación entre la política y el servicio público. ¿Qué va a hacer la Justicia —el otro Poder que faltaba junto al Ejecutivo y Legislativo— ante la ausencia de leyes efectivas que terminen con la corrupción? Pues lo que todos: ver y callar… y dar charlas. ¿Cuánto nos ha costado el espectáculo de los dos piratas somalíes? Nos hemos gastado más en saber la edad de uno de esos jóvenes (19 años) que en lo que cobran muchas de nuestras viudas en meses. El sistema de diagnostico sanitario ha sido muchísimo más efectivo con un pirata que no ha cotizado jamás que con el resto de los españoles que lo estamos pagando. ¿A quién representa la Justicia? ¿A quién cubre la Sanidad?

· Soy insumiso fiscal porque exijo saber si con mis impuestos se ha pagado el rescate del Alakrana, sobre todo si se baraja de una cifra de 2.000.000 de euritos. Quizá la solución a la crisis sea hacerse pirata, como lo hizo sir Francis Drake.

· Soy insumiso fiscal porque no sólo es indignante mantenerse como testigo pasivo mientras que los casos de corrupción más descarados terminan por archivarse, sobreseerse, absolverse o mantenerse bajo secreto durante demasiado tiempo, sino que denuncio la corrupción legalizada que se está produciendo en España. Me niego a pagar un festín que los intocables me quieren obligar a sufragar con los impuestos y del que sólo disfrutan ellos y sus compinches, ya sean bigotes, cuñados o hijas.

· Soy insumiso fiscal porque no tolero que la corrupción se haya legalizado. O sea, que los intocables tengan unas compatibilidades que son incompatibles para el resto de los ciudadanos, unas cesantías que para los demás se llama subsidio si es que se cobra, unos tiempos de cotización muy inferiores a los de los demás trabajadores para después cobrar unas pensiones vitalicias de ensueño, un parque móvil público que se utiliza para fines privados... (Las 286 páginas del libro La casta dan para conocer muchísimos más abusos).

· Soy insumiso fiscal porque además de afirmar que los intocables mangonean en los impuestos de los demás españoles, entiendo que esta codicia les impide ocuparse de las cuestiones que nos interesan a los que pagamos sus privilegios. Mientras que están pensando cómo exprimir legalmente a los ciudadanos no pueden pensar cómo gestionar adecuadamente nuestra convivencia. Mientras que están pensando cómo obtener más impunidad no pueden pensar cómo gestionar la crisis. Mientras que están pensando cómo justificar su corrupción no pueden pensar cómo atajarla. Mientras que están pensando cómo tener más pasta no pueden acordarse del precio que el resto de los españoles paga por un café. Por ejemplo, para no subirse el sueldo se suben los complementos y dietas; para aprobar sus ingresos y compatibilidades echan a los periodistas de la Cámara; para adjudicarse sus contratos a dedo fragmentan los presupuestos tanto como sea necesario. Todas las estratagemas que utilizan necesitan ser cocinadas y procesadas y la expresión habitual de sus cocientes intelectuales hace sospechar que utilizan demasiado o todo el tiempo que, obviamente, no pueden emplear en gestionar dignamente la «res publica». Los intocables tienen el vicio de compararse con la elite empresarial en vez de sentir la responsabilidad de representar a la mayoría de los ciudadanos. Soy insumiso fiscal porque existe una profunda confusión entre lo público y lo privado.

· Soy insumiso fiscal porque me niego a vivir en un país corrompido por políticos indecentes y porque no pienso irme.

· Soy insumiso fiscal porque comparto la advertencia de los psiquiatras en cuanto al porcentaje de psicópatas integrados en la sociedad, especialmente en altos puestos ejecutivos de empresas y gobiernos. Por lo que respecta a los que formen parte de los gobiernos —y deseando que todavía no sean mayoría—, observo que no tienen la destreza suficiente para ocuparse de camuflar su ración de corrupción y realizar una gestión pública con eficacia. Esto explica la chapuza manifiesta en la que estamos ahogados. También es cierto que es mejor pedir peras al olmo que pedir a un psicópata que se comporte decentemente.

· Soy insumiso fiscal porque conozco el porqué sus señorías se retienen el 4,5% de IRPF: como todos, conocen muy bien el refrán «Más vale pájaro en mano que ciento volando»; y además, saben cómo desgravarse lo que haga falta para que su contribución sea tan testimonial. A mí me «retienen» (debería escribir roban) el 17,99%, ¡4 veces más! cobrando la décima parte que ellos ganan. ¿Por qué? ¿No es esto inconstitucional?

Carnavales 2010.
El caballero Alcor.
En pocos días, la continuación del artículo. Puedes leer las anteriores partes en RedesyMedios.

INSUMISIÓN FISCAL VS CORRUPCIÓN (II)

· Soy insumiso fiscal desde hace más de diez años (no recuerdo si 13 o 14). Al cobrar un
sueldo del Estado es muy fácil realizar el embargo judicial correspondiente (580,22 euros diez meses al año y 1.160,44 los dos meses que percibo la paga extra). ¿Cómo existe un control tan microscópico dentro de un fraude tan galáctico? ¿A quiénes controla la Agencia Tributaria?

· Soy insumiso fiscal porque no quiero ser cómplice de los comportamientos, decisiones y desmanes de los intocables. La irresponsabilidad que esgrimen creando unas leyes arbitrarias está alterando la convivencia y destruyendo las conquistas sociales de nuestros abuelos.

· Soy insumiso fiscal porque me niego a pagar a unos intocables que han demostrado sobradamente su incompetencia para dedicarse al ejercicio de la política. Trafican con los votos y el único interés que tienen es conseguir mayorías —pactando con quien haga falta—, para después imponer sus caprichosas leyes y gravámenes. No escucho debates sino a tecnócratas parlanchines y disciplinados compinches que se aprovechan de la pasividad de los ciudadanos para mal gestionar con total impunidad. Que la dimisión —y sólo en casos escandalosos la destitución— sea la pena máxima que recibe un intocable después de haber robado, refleja el actual grado de corrupción gubernamental legalizada; que esta medida sea aceptada gracias al silencio del resto de los ciudadanos, refleja el nivel de corrupción que se tolera actualmente. Finalmente ¿qué ha pasado con los srs. Camps y Costa?

· Soy insumiso fiscal porque lejos de sentirme representado por los intocables, advierto que están usurpando la soberanía del pueblo.

· Soy insumiso fiscal porque ya no pienso qué pueden hacer los intocables por nosotros sino que planteo qué podemos hacer nosotros por este país.

· Soy insumiso fiscal porque éste no es el país en el que nací y no es el país en el que quiero morir. Soy insumiso fiscal porque este no es el país en el que quiero que vivan nuestros hijos.

· Soy insumiso fiscal porque no consiento que la vida pública esté bajo secreto y la vida privada se monitorice a través de cientos de cámaras de vigilancia. La vida pública debería ser —como su nombre indica— pública y no estar constantemente bajo el secreto de sumario; así se evitarían filtraciones, interpretaciones y malos entendidos. Exijo que las negociaciones de los gobiernos de todas las instituciones y organismos públicos queden grabadas y sean de acceso inmediato a cualquier ciudadano que esté interesado en su visionado. Entiendo que las que atañen a la seguridad nacional queden excluidas, pero las tocantes a cuestiones sociales, laborales y en general, las que regulen nuestra convivencia, deben de ser públicas. Nos tratan como a niñatos, como si no tuviéramos la capacidad de entender las disputas, los chanchullos y las agarradas con las que gestionan la vida de todos, como si pudiéramos sentirnos abrumados o incapaces de hacer frente a la realidad.
¡Sr. Zapatero!: ¿Había crisis o no? A cambio y debido a su mala gestión, necesitan vigilarnos escrupulosamente para que cualquier disidencia sea debidamente castigada y no precisamente con la dimisión. Necesitan vigilarnos porque no son capaces de hacer unas leyes que concilien la convivencia pacífica. Exijo una Ley de acceso a la información pública mediante la cuál, cualquier ciudadano pueda saber inmediatamente cualquier dato referido a todo lo que se está haciendo con sus impuestos.

· Soy insumiso fiscal porque no soporto que existan ruedas de prensa sin preguntas. ¿Por qué no las llaman «Los discursitos de los chorizos»?

· Soy insumiso fiscal porque afirmo que el Estado es un organismo que funciona como todos los organismos: si se le deja en ayunas, lo primero que sucede es su desintoxicación. Cuando un organismo ayuna comienza a auto fagocitarse; pero no empieza por órganos vitales como los pulmones, el corazón o el hígado sino que se desintoxica de toda la corrupción que rellena su interior. El ayuno consciente no tiene que llegar a la fase de inanición y cualquier ayunador responsable corta con la desintoxicación antes de llegar a esta fase. Poner al estado en ayunas no provocaría que servicios sociales esenciales como la sanidad, la educación, las carreteras o las prestaciones sociales dejaran de funcionar sino que lo primero que se eliminaría sería la intoxicación, o sea, la corrupción. Mucho más descarados tendrían que ser los intocables para que —ante la reacción consciente de los ciudadanos mediante la insumisión fiscal— se les ocurriera desmontar más conquistas sociales de las que ya han tirado por los suelos; demasiado mansa sería la actitud de los ciudadanos si lo consintieran y afortunadamente, ya se siente cierta hartura: cuatro millones de parados y subiendo, sueldos submileuristas y bajando; revisión de las pensiones, retraso de la edad de jubilación, aumento del tiempo de cotización. Lo primero que se eliminaría con la insumisión fiscal serían las dietas, las partidas de libre disposición, los regalos, las subvenciones a sus fundaciones, los años de cesantía, el dinero B e incluso el C, los sobresueldos, las compatibilidades, los cochazos, teléfonos móviles, ordenadores y demás privilegios que se auto conceden y que todos los intocables comparten con independencia del partido que los posea. Antes de llegar a la fase de inanición (destrucción de los servicios y prestaciones sociales), los ciudadanos volveríamos a pagar el coste real de los servicios que necesitamos sin necesidad de sufragar la calaña de los intocables. A todos nos gustan las calles limpias y seguras, la sanidad y la educación funcionando decentemente y a las instituciones gestionando con efectividad las necesidades de la ciudadanía. Para que esto sea así no tenemos que dejarnos robar por unos cuatreros indecentes que viven extravagantemente a costa de la escasez de los demás. No creo en los milagros de manera que he descartado que de un día para otro todos los ciudadanos se hicieran insumisos fiscales por conciencia (aunque me encantaría). Ante una insumisión fiscal progresiva y consciente, lo primero que se autocontrolaría sería la corrupción; a los intocables se les acabaría el chupar del bote con la desmedida impunidad con la que lo están haciendo.

Carnavales 2010.
El caballero Alcor.
Mañana la tercera parte. Primera parte aquí.

INSUMISIÓN FISCAL VS. CORRUPCIÓN (I)

¿Por qué soy insumiso fiscal?

Por conciencia.

Qué fácil y breve sería responder a esta pregunta con dos palabras y cuántas son necesarias —demasiadas— para explicar la respuesta. Soy el sujeto pasivo etiquetado con el NIF 394.503-F y llamado José César Martínez de Castilla y Muñoz, nacido en Madrid el 20 de agosto de 1962 y de nacionalidad española.
Después de dejar clara mi identificación fiscal en primer lugar —esencial en esta lid y para que los intocables sepan todo lo que les interesa saber de mí—, sugeriré una reseña bibliográfica: La casta-El increíble chollo de ser político en España de Daniel Montero, Editorial La esfera de los libros. La lectura de esa prueba documentada ayuda a unificar el punto de partida que facilitará la comprensión de esta respuesta. Antes de comenzar aclararé una palabra para que se entienda por qué la utilizo.

Los intocables.
Llamo así a una parte minúscula de los ciudadanos de este país que se
autoconceden grandes privilegios al interpretar el ejercicio del poder político de una manera absolutamente descarriada. Conforman una minúscula casta, 80.000 individuos, a la que se podría denominar inconstitucional porque han inventado y además patentado un mayorazgo conocido con el título de Aforados; también se han inventado un Tribunal Superior de Justicia que los convierte en intocables. Aforados es un concepto que no se explica dentro de una Constitución —que a la mayoría se nos ha obligado a acatar— que desde el principio sanciona que todos seamos iguales; todos menos ellos: los intocables. Si son tan españoles como el resto no deberían de ser tan diferentes a los demás, ni en sueldos, derechos ni privilegios, y más si es la soberanía popular la que está pagando estas prebendas. Esa manera irresponsable de entender la política podría ser la norma en otros regímenes a los que peyorativamente se llama «Bananeros» y que nada tienen que ver con la moto que nos han vendido: la Democracia Parlamentaria. Realmente es otra cosa. Aparte de ellos ¿Quién se siente representado por los intocables? ¿Quién se siente amparado por su legislación? ¿Quién se siente protegido por las fuerzas del orden? Como la respuesta unívoca es los intocables, llama la atención que además se escandalicen cuando aparecen esposados como el resto de los delincuentes. Los llamo intocables porque entre los que formaban parte del sistema de castas de India, estos eran los rechazados o repudiados por la sociedad —debido a motivos que nada tienen que ver con la insumisión fiscal en la España del 2010 ni se van a analizar en este artículo—. Llamarlos con esta denominación es porque gran parte de ellos debería de ser condenada por lo menos al ostracismo y si alguno (o los que hiciera falta) entrara alguna vez en la cárcel no pasaría nada.

La siguiente puntualización no sigue ningún orden jerárquico, es un todo que intenta compartir la visión global del presente y que puede no coincidir con las percepciones del subconsciente de cada sujeto pasivo. Por ello se ha sugerido la reseña bibliográfica, para ayudarnos más del consciente.

· Informo de que soy insumiso fiscal porque me han impuesto una Constitución que
sanciona la libertad de expresión y de información.

· Soy insumiso fiscal porque es la única manera eficaz que conozco para dejar de ser un
sujeto pasivo y estar como verbo activo.

· Soy insumiso fiscal porque detesto defraudar. Todos perdemos con este mecanismo de defensa que justifico en un país en el que todos los sujetos pasivos estamos convencidos de la corrupción generalizada que existe. El diario Expansión del 20-08-08 publicaba un titular a tenor de una encuesta realizada por el Ministerio de Hacienda: «La mitad de España quiere defraudar a Hacienda» y puntualiza: «Una de cada dos personas entiende que se defraude al fisco». ¡No me extraña! Que los intocables tengan el vicio de trapichear no debería contagiar a los demás para también hacerlo pero con los mendrugos que tienen la misericordia de conceder. Según los Técnicos del Ministerio de Economía y Hacienda (15-10-08), la bolsa —más bien agujero negro— del fraude fiscal asciende a 240.000 millones de euros, un 23% del PIB. ¿Cuántos ciudadanos de la calle tendrían que defraudar para llegar a esa cantidad? Seguramente todos durante gran parte de su vida.

Carnavales 2010.
El caballero Alcor.